Gyokuro es su nombre, es el mejor y el más escaso. Su calidad depende que el 90% del arbusto se mantenga a la sombra durante casi un mes. En cuanto los brotes empiezan a formarse se cubren con toldos. Con esta falta de luz desarrollan mucha clorofila en las hojas y poco tanino, siendo su sabor más suave y dulce.
La cosecha comienza con las hojas más tiernas y frescas, recogiendo sólo los capullos de la primera floración cuando empiezan a abrirse. Luego se manufacturan con rapidez y se les da vapor durante 30 segundos para fijar el sabor y detener la fermentación. Por último se esponjan con agua caliente, se prensan, se dejan secar –evaporación del 70% de agua–, se enrollan varias veces y se ponen a secar de nuevo. Su sabor guarda un gran equilibrio entre el dulce, el amargo y la fuerza. Solo se exporta el 1% su producción.Se caracteriza por el color verde chillón de su infusión.
Se vende en las tiendas especializadas y su precio alcanza hasta 300 €/kg.
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